'DIBUJANDO EL TIEMPO'
Texto para la exposición 'Time maps' de Lourdes Méndez-Germain
Según el modelo matemático, devenido de la teoría de la relatividad
que Einstein formuló a principios del siglo XX, el espacio
y el tiempo son indivisibles, convirtiéndose éste último en
la cuarta de las tres dimensiones 'tradicionales'. Sin embargo,
los filósofos han discutido y discuten sobre la existencia del
tiempo por sí mismo. Casi a la par que Einstein publicaba su
teoría de la relatividad, J.M.E. McTaggart escribió 'La irrealidad
del Tiempo', afirmando como nuestra percepción del tiempo
es una mera ilusión abstracta sin existencia real.
Lourdes juega con los conceptos científico y filosófico de la
dualidad espacio-tiempo, mediante estos mapas temporales, de
tal manera que aúna en sus dibujos ambos elementos como indivisibles,
pero previamente subjetivados, sometiendo la existencia
del tiempo a este proceso previo.
Estos dos vectores estructuran el plano sobre el que la artista representa
procesos o estados mentales en los que los trazos se
mueven como sinapsis entre neuronas, que conectan pensamientos,
emociones o estados de ánimo, casi como una 'radiografía'
de su actividad mental. Para ello Lourdes emplea un proceso
creativo a través del dibujo intuitivo, en un desarrollo cercano
a la pintura de acción, pero con un resultado mucho más
delicado, y que en manos de Freud podría identificarse como la
representación del conflicto entre el 'ello' y el 'superyo'.
Así, sobre este mapa toma forma una colección de dibujos a través
de los cuales, la autora crea todo un cosmos personal, enredando
líneas y colores, conformando diferentes 'orografías'
como un universo, dentro del cual se articulan diferentes microcosmos
sobre los que el observador es invitado a 'pasear' y perderse
entre los minuciosos detalles que caracterizan sus obras.
De esta manera podemos encontrarnos con entramados de líneas
ondulantes que confluyen y se alejan, caprichosas como
las vetas del mármol; elementos individuales que se asocian
para crear formas y vacíos; a los que se le suma el color, remitiéndonos
a sensaciones puras y abstractas, fríos azules, cálidos
rojos, articulando así diferentes relatos, dentro de un mismo
universo creativo.
Y al igual que el propio Universo carece de dirección, estos dibujos
son multidireccionales, sin someterse a los absolutismos
de arriba o abajo, pudiendo obtener multitud de puntos de vista
de una misma obra.
Todo este proceso viene acompañado de un profundo sentido
estético, unido al cuidado de los acabados, tomando especial
atención al soporte, de tal manera que el empleo de papeles vegetales
de origen oriental redondean cada pieza de esta colección,
en una concepción total de la obra de arte, donde ninguno
de sus elementos queda desatendido.
Por tanto con esta exposición asistimos a la generación de todo
un mundo personal y único, de origen subjetivo, pero con aspiración
universal, donde lo abstracto de sus formas conecta directamente
con el espectador, huyendo de figuras reconocibles
para adentrarnos en un crisol de emociones puras, mediante un
ejercicio de empatía con la psique de la artista.
Julio C. Vázquez Ortiz