Mind Maps - Más que la nada, menos que el ser
Miguel F. Campón
A veces, sin querer, llueve la transparencia sobre lo cotidiano. Las cosas se desprenden de su peso esencial. Sin saber cómo, atravesamos el espacio, como si la totalidad fuera una ventana frágil, un paisaje de cristal y ausencia. Vemos acontecer, al mismo tiempo, varias acciones. Mientras escuchamos una conferencia o a alguien que nos habla a través del teléfono, comenzamos a trazar, sin intención, líneas sobre el papel. Podría decirse, entonces, que somos como los personajes de El jardín de los senderos que se bifurcan de Borges[1], los actores de dos mundos distintos que conviven sincrónicamente: hablamos por teléfono en uno; en otro, dibujamos líneas. ¿Cómo considerarnos, una vez perdidos los fundamentos sólidos de lo real, desde la perfección de los sujetos constituidos? Sólo alcanzamos a ser flotaciones desinteresadas de una conciencia distraída que no se esfuerza ya. Si optáramos por centrar nuestra atención en uno de esos mundos, en el mundo de las líneas automáticas, sabríamos que somos existencias de juicio suspendido e indiferencias de la mirada[2]. Es posible que, al final, acabemos desechando la inutilidad de estas percepciones sin finalidad, igual que se desecha todo aquello que no entra en los parámetros del presente y la presencia. Pero es posible, también, conservar nuestros registros íntimos, reconsiderar nuestras ausencias como oportunidades que recogen el testigo de la mundanidad para conducirla por extrañas desviaciones y derivas estéticas, hasta generar un espacio que sea lo suficientemente amplio como para acoger un pensar-vivir alternativo.
Es en este lugar donde, tal vez, podamos situar la exposición Mind maps de Lourdes Germain. Si en algunos de sus trabajos anteriores el diseño gráfico y computacional desbordaba los parámetros mecanicistas atribuidos a las posibilidades del medio digital [3], en series como Mind maps o Time maps[4], iniciadas en 2012, experimenta, a través del dibujo, con la percepción anómala y la lógica arbitraria del accidente, hasta sumergirse en un meta-mapa que muestra la levedad y la belleza del vacío[5].
En Mind maps Lourdes toma el mundo aligerado de los dibujos que trazamos involuntariamente sobre diferentes superficies como una escritura ingenua sin origen, para continuar el desarrollo de su zona-de-ausencia. Sobre la singularidad matérica de papel Lokta negro o papel Hanji blanco, el bolígrafo genera una serie de recorridos aleatorios. Cuando contemplamos el resultado de estas piezas inacabadas, encontramos un diario inconsciente de arabescos no prestablecidos que abren una opción diversa a la línea recta como segmento interesado de la conciencia[6]. Fuera de la mitología moderna de la velocidad, Lourdes Germain hace aparecer lo lineal como excursus que descansa y se desvanece en la lentitud[7]. Sus líneas desaceleran los tiempos ordenados del sujeto metafísico, orientándose hacia duraciones asimétricas que conectan con un tiempo diferente al tiempo humano de los días y las noches. El reloj ha pasado a ser una cuestión de seres verticales. Todo lo que es horizontal encuentra su desmemoria[8]. Las horas se ocultan al mezclarse con los siglos derramados. El presente acaece poco a poco, despacio, hasta disolver el pasado y el futuro en la lejía imposible del ahora.
Una vez abiertas las puertas de la percepción[9] hacia los desajustes de la eucronía[10], Lourdes hace que la repetición del gesto abandone, agotado, sus coordenadas de legibilidad, hasta llegar a convertir el dibujo en un mantra visual [11]. La mano comienza a ser un cuerpo que roza el delirio de la materia[12], bailando una danza desconocida al ritmo de los datos sensibles del contra-poder. Comienza la proliferación desenfrenada de lo micro, el crecimiento polimorfo, la imprevisibilidad de los fluidos que descubren geometrías no euclidianas y que encuentran infinitas posibilidades de conectividad. El mundo se comprende aquí como una red[13], a través de conexiones sin jerarquías semejantes a las instalaciones de la japonesa Chiharu Shiota, a las formaciones espaciales de Tomás Saraceno o a los plasmas precelulares filmados por Terrence Malick en El árbol de la vida (2011). Entre redes, la mano pierde sus raíces, pasea ciega por lo desconocido de un espacio nómada, en rizomas que viajan sin retorno fuera de la unidad y de los centros pivotantes del pensamiento[14]. Y, al igual que la la mano de la artista, también el ojo del espectador se desliza en el afuera, extraviado en la pequeñez de un antimundo que imposibilita aprehender el todo que se presenta ante los ojos. Incompletos, inacabados, los Mind Maps sólo son perceptibles por fragmentos, en movimientos de des-ocultamiento retardado [15], allí donde la representación alcanza su límite visual para perderse en el laberinto irresoluble de los sentidos.
Pero en estas obras no todo acontece en la locura del devenir. Lourdes da un paso más allá. [La frase Lourdes da un paso más allá puede escribirse de diferentes modos: Lourdes da un paso más allá. Lourdes da (un paso) más (allá). Lourdes da un paso más (allá). Lourdes (da un paso más) allá.] Podríamos decir que realiza un último giro inesperado, un salto desde lo óptico hasta lo mental. Y es que crecer no siempre significa ocupar la superficie all over. Si el sueño de lo manual abre un espacio-desierto, los recorridos de la línea terminan por crear diferentes formaciones orgánicas. La mano corta el infinito para contener la multiplicidad del azar[16], en una reunión de diferencias (Sammlung)[17] que no anulan los recorridos de los mapas del deseo, sino que los convierten en un extraño holograma que nos hace reconsiderar la representación desde un punto de vista conceptual. Si encontrásemos el inicio, el origen perdido del hilo del tránsito[18], si siguiéramos el camino trazado por estas formaciones, ¿dónde nos conduciría? Tal vez el Libro del Tao oriente nuestra respuesta:
“Produce sin apropiarse de nada,
Actúa sin esperar nada”[19].
Cuando el viaje de la mano por los límites empíricos logra deshabitar espacios, vaciarlos, Lourdes teje un rastro en el telar oculto de lo inmaterial. Nada quedaría de los mapas del pensamiento si desatásemos las cuerdas de un universo concebido bajo la teoría de bootstrap[20]. Todo se disolvería como la ilusión del conocimiento de la red de Indra que se menciona en el Avatamsaka Sutra[21]. Al contemplar las obras de esta serie, quizás tengamos que empezar a considerarlas como figuras alternativas a la existencia, como infraleves semejantes a la esponja de Sierpinski. Son más que la nada y menos que el ser [22], imágenes que, a pesar de lo manual, se hacen virtuales y potenciales, en las que reconocemos la absoluta vacuidad de un pensamiento que, al fin, se desvanece como la espuma cuando es tocada por el fino borde de lo inenarrable. Tal vez cuando todo haya desaparecido, sólo quede la superficie inmanente del papel, la presencia sin existencia ante la que aguardar una nueva ficción, una radiografía transparente que termine por deshacer la fragilidad de lo acontecido.
[1] Borges, J. L. (2002), Ficciones. Madrid, Alianza Editorial.
[2] “Hay que llegar a algo de tal indiferencia que no sientas ninguna emoción estética. La emoción de los ready-made se basa siempre en la indiferencia visual”. Cabanne, P. (2013), Conversaciones con Marcel Duchamp. Cáceres, Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear, p. 58.
[3] Tormo Ballester, E. (2010), Mutaciones. Lourdes Méndez-Germain. Cáceres, Sala de Arte el Brocense, p. 7.
[4] Acerca de la serie Time maps puede leerse el texto de Vázquez, J.C. (2015), Dibujando el tiempo. Disponible en www.lourdesmendezgermain.com.
[5] En Mind maps pueden observarse algunos de los caracteres definidos por Shin’ichi Hisamatsu acerca de la estética pictórica del arte zen: asimetría, sencillez, sequedad, naturalidad, profundidad o reserva, insumisión, paz interior, aware y yugen. Algunos de estos principios serán nodos invisibles que recorran nuestro texto. Dunn, M., “Japón”, en VV.AA (2004), Arte asiático. Bérgamo, Könemann, pp. 508-510.
[6] Bergson, H. (1999), Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia. Salamanca, Sígueme.
[7] “¿Por qué habrá desparecido el placer de la lentitud? (…) Un proverbio checo define la dulce ociosidad mediante una metáfora: contemplar las ventanas de Dios. Los que contemplan las ventanas de Dios no se aburren; son felices”. Kundera, M. (1999), La lentitud. Barcelona, Tusquets, pp. 11-12.
[8] Plath, S. (1999), Soy vertical. Pero preferiría ser horizontal. Madrid, Mondadori.
[9] “If the doors of perception were cleansed every thing would appear to man as it is: infinite”. Blake, W. (2001), El matrimonio del cielo y del infierno. Madrid, Hiperión, p. 244.
[10] Didi-Huberman, G. (2008), Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, pp. 36-40.
[11] Sánchez García, A. (2013), Lourdes Méndez-Germain. Tejiendo el tiempo. Mérida, Parlamento de Extremadura, p. 8.
[12] Bergson, H. (2006), Materia y memoria. Buenos Aires, Editorial Cactus.
[13] "La trama de la vida está constituida por redes dentro de redes. (...) En la naturaleza no hay un arriba ni un abajo ni se dan jerarquías". Capra, F. (2006), La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona, Anagrama, pp. 54-55. "La auténtica novedad de la ciencia de las redes es precisamente (…) el hecho de considerarlas una parte integrante de un sistema autoconstituyente que se halla en constante evolución". Watts, D. J. (2006), Seis grados de Separación. La Ciencia de las Redes en la Era del Acceso. Barcelona, Paidós, p. 30.
[14] "Comunicaciones transversales entre líneas diferenciadas que borran los árboles genealógicos. Buscar siempre lo molecular, o incluso la partícula submolecular con la que hacemos alianza". Deleuze, G. y Guattari, F. (2006), Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia, Pre-Textos, p. 16.
[15] Heidegger, M. (2015), De la esencia de la verdad. Barcelona, Herder.
[16] Deleuze, G. y Guattari, F. (2005) ¿Qué es filosofía? Barcelona, Anagrama.
[17] Acerca de este concepto heideggeriano puede consultarse Vidarte, P. (2006), ¿Qué es leer? La invención del texto en filosofía. Valencia, Tirant Lo Blanch, p. 33 y ss.
[18] Tal vez la procedencia de Lourdes Méndez-Germain de una familia de exiliados provoque en ella una constante búsqueda del origen perdido: “Mi origen es el de una familia de exiliados y de generaciones de pioneros, emigrantes y aventureros. Me he criado con la presencia de los ausentes y me he alimentado de sus memorias, de las experiencias de auténticos supervivientes. Me ha calado el dolor del desarraigo. He vivido el desconsuelo de las separaciones y la nostalgia de los que tienen la certeza de no volver nunca a su hogar”. Palabras recogidas en Fernández Castón, R. (2016), Marcados. Sevilla, Espacio Olvera, p. 23.
[19] Citado en: Barthes, R. (2009), Lo obvio y lo obtuso. Barcelona, Paidós, p. 203.
[20] “El universo parece estar tirando de sí mismo hacia arriba por los “bootstraps”. La filosofía del “Bootstrap” constituye el rechazo final de una concepción mecanicista del mundo como la propuesta por Newton. (…) El universo no puede entenderse como un conjunto de partes independientes, como manchas de pintura de un cuadro impresionista. Es un holograma, un tejido dinámico de acontecimientos correlacionados, en los que cada parte del tejido determina la estructura del todo”. Talbot, M. (2006), Misticismo y física moderna. Barcelona, Kairós, pp. 63.
[21] Según Charles Eliot, “en el paraíso de Indra, se dice que existe una red de perlas, dispuestas de tal forma que si miras a una ves reflejadas en ella a todas las demás”. Ibídem, pp. 64.
[22] Deleuze, G. y Guattari, F. (2006), Mil Mesetas, Op. cit., p. 495.